La percepción que tenemos en nuestras mentes de las marcas ha dado un giro de 360º tras la revolución digital. La típica receta de estas tres cosas básicas se consideraba como suficiente: tener un gran producto, tirar de algunos buenos valores, y contarlo a lo largo de una campaña publicitaria convincente.
Hoy la manera de acercarse a los consumidores ha cambiado drásticamente. Las marcas que buscan el éxito tienen que invertir en tácticas de diferenciación que les ayude a formar una conexión que emocione a los consumidores, más allá de la publicidad tradicional – tanto la percepción y la lealtad a la marca dependen de esto.
La relación entre las marcas y los clientes es una cuestión de confianza. Participar con nuestros clientes ayuda a construir fidelización para mantener y hacer crecer nuestro negocio.
Las marcas necesitan ser conscientes y responsables en cada paso que dan y lo más importante escuchar y atender a las necesidades y a lo que esperan de ellas los consumidores de hoy.
De todas las capas que integran la percepción de una marca, la percepción individual es quizás la más decisiva. Es aquí donde las pequeñas diferencias tienen después mayores consecuencias. La llave para abrir la puerta de la percepción individual de una marca es en la mayor parte de los casos la diferenciación.
Una marca debe ser única y lo suficientemente diferente de los demás para ganarse la confianza del consumidor.